Callar las voces
Concurrir al instituto carecia del sabor de los buenos dias, era una equivocación y una tortura.
Los detestaba a todos: a los que molestaban, a los burlistas y a los que no le hacian nada, inmersos en sus absurdas existencias. A sus voces las sentia como gritos infernales aunque fuesen susurros, no las soportaba, deseaba cada segundo que se callasen, anhelaba sus silencios,sus ausencias. Sin embargo, fingia que nada ocurria y les sonreia falsamente.
Todo era una constante repetición, los veía como enemigos y lo eran,habian hecho su estadia insoportable y la miraban de manera triunfante, mientras ella callaba. Sentía que en cualquier parte estaría mejor que en ese sitio pero allí estaba, queria huir pero se quedaba, pensaba en desaparecer pero, cada vez inconscientemente, estaba más presente.
Lucrecia trataba de convencerla todos los dias de que callase las voces del aula 12 pero la ignoraba, trataba de no escucharla aunque eso era lo único que deseaba. Lucrecia siempre habia sido la vengativa, la desafiante, la caotica, la ruda, la pecadora, impulsiva pero ella era lo contrario, era cobarde, no se animaba, trataba de silenciar sus pensamientos, reprimir sus deseos más salvajes y quedarse al margen.
Lucrecia cansada de la detestable situaciòn quiso ayudarla y llevar a cabo su plan. Entró al aula 12, les sonrió a todos malisiosamente y sacó un arma de su cartera. Todos quedaron inmóviles, palidos, en sus miradas se observaba el miedo que sentían y el ruido de sus corazones latiendo rapidamente.
-Por favor pará, Lucrecia. No quiero que lo hagas.
-Es necesario callar sus voces y es lo que ambas queremos.
-No, por favor, no.
No quiso escucharla más y comenzó a dispararles con satisfacción, la sangre comenzo a estar en el piso, en las paredes, en las mesas, en todas partes.
Cuando la directora llegó al aula, encontró a la profesora sola con el arma en la mano pidiendole a la nada que parará.
Los detestaba a todos: a los que molestaban, a los burlistas y a los que no le hacian nada, inmersos en sus absurdas existencias. A sus voces las sentia como gritos infernales aunque fuesen susurros, no las soportaba, deseaba cada segundo que se callasen, anhelaba sus silencios,sus ausencias. Sin embargo, fingia que nada ocurria y les sonreia falsamente.
Todo era una constante repetición, los veía como enemigos y lo eran,habian hecho su estadia insoportable y la miraban de manera triunfante, mientras ella callaba. Sentía que en cualquier parte estaría mejor que en ese sitio pero allí estaba, queria huir pero se quedaba, pensaba en desaparecer pero, cada vez inconscientemente, estaba más presente.
Lucrecia trataba de convencerla todos los dias de que callase las voces del aula 12 pero la ignoraba, trataba de no escucharla aunque eso era lo único que deseaba. Lucrecia siempre habia sido la vengativa, la desafiante, la caotica, la ruda, la pecadora, impulsiva pero ella era lo contrario, era cobarde, no se animaba, trataba de silenciar sus pensamientos, reprimir sus deseos más salvajes y quedarse al margen.
Lucrecia cansada de la detestable situaciòn quiso ayudarla y llevar a cabo su plan. Entró al aula 12, les sonrió a todos malisiosamente y sacó un arma de su cartera. Todos quedaron inmóviles, palidos, en sus miradas se observaba el miedo que sentían y el ruido de sus corazones latiendo rapidamente.
-Por favor pará, Lucrecia. No quiero que lo hagas.
-Es necesario callar sus voces y es lo que ambas queremos.
-No, por favor, no.
No quiso escucharla más y comenzó a dispararles con satisfacción, la sangre comenzo a estar en el piso, en las paredes, en las mesas, en todas partes.
Cuando la directora llegó al aula, encontró a la profesora sola con el arma en la mano pidiendole a la nada que parará.
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